En Santander la ciudad se mantuvo tranquila y leal a la República. En el País Vasco, Alava fue ganada para los rebeldes con la misma facilidad con que Vizcaya y Guipúzcoa se ganaron para la República. En Navarra, centro de la conspiración, monárquicos tradicionalistas y jóvenes fascistas se unieron a las tropas rebeldes, así lo hizo también la Guardia Civil.
En todas las ciudades conservadoras de Castilla la Vieja (hoy Castilla y León), la rebelión triunfó aunque en Valladolid los falangistas y tropas sublevadas tuvieron que superar la resistencia obrera. En Aragón, Zaragoza, el feudo anarquista por excelencia, fue ganado por un rápido golpe de mano para la sublevación. En el resto de Aragón, Huesca y Teruel fueron dominadas con la misma facilidad. Así ocurrió también en La Rioja. En Extremadura, Cáceres y su provincia fueron dominadas por la rebelión pero Badajoz, gracias a la lealtad de su guarnición, se mantuvo republicana.
En Valencia, Murcia y toda Castilla la Nueva (hoy Castilla la Mancha) las unidades rebeldes vacilaron y pronto se vieron arrolladas por el ímpetu de los militares de izquierda que junto a policías leales aplastaron la rebelión. Sólo en Albacete se produjo un triunfo momentáneo de los sublevados al unírseles la Guardia Civil, en unos días su propio aislamiento en territorio leal acabo rindiéndolos.
El 20 de julio, mientras Mallorca había sido asegurada para los rebeldes como ya se ha dicho, Menorca se declaró republicana. En Galicia la lucha empezó también ese día. En La Coruña los trabajadores se encontraban desarmados y los militares no tardaron en ganarse la ciudad para el alzamiento. La Falange local, con su dirigente Manuel Hedilla al frente fue muy útil para el resultado final de la lucha. En Vigo y Ferrol la situación se desarrolló por cauces parecidos pero en la base naval ferrolana los marineros no acataron las órdenes de los oficiales sublevados y se inició una lucha cruel que acabó con la rendición y represión de los primeros.
El golpe militar, que pretendía dominar todo el territorio español no alcanzó la rápida victoria esperada. Los sindicatos y partidos políticos de izquierda resistieron, el golpe se convirtió en una guerra civil y la resistencia en una revolución. También ese 20 de julio se produjo un acontecimiento importante. El general Sanjurjo, conspirador de 1932, que debía ponerse al frente de las tropas sublevadas murió en un accidente aéreo cuando partía de su exilio de Lisboa. La muerte de Sanjurjo dejó un peligroso vacío en la dirección militar de los rebeldes. Las personas más destacadas de dicha dirección pasaron a ser Mola, Franco y Queipo de Llano.
El 21 de julio se podía ya trazar una línea aproximada que dividía las zonas donde había triunfado la rebelión de aquellas donde había fracasado. La rebelión fue derrotada en cinco de las siete principales ciudades de España. Las principales zonas industriales quedaron en poder de la República, pero las más vastas zonas agrícolas del país, apoyadas por campesinos conservadores, quedaron en manos de los rebeldes. La mitad del Ejército, casi toda la escuadra y dos tercios de las fuerzas aéreas españolas quedaron en poder de la República pero con los sublevados habían quedado las más numerosas y mejor entrenadas tropas del Ejército español, los 40.000 hombres que componían las tropas de regulares, moros y la Legión del Ejército de Africa. El no poseer la escuadra a pesar de ser un problema pronto se demostraría que era menos grave de lo pensado y el haber quedado con sólo un tercio de la aviación tampoco supuso problemas al estar formadas las fuerzas aéreas españolas por aparatos normalmente anticuados.Se habían creado dos Españas, la republicana del norte y una amplia zona del centro y este de España. Los sublevados controlaban zonas del noroeste, centro y sudoeste de España. Se iniciaba así el conflicto entre izquierda y derecha que durante casi tres años había de devastar al país en cruenta lucha fraticida.